Love by hearsay in other Literatures
“ And I have also seen a woman fall pasionatelly in love with someone for whom to begin with she felt not the slightest affection, and this only from hearing that many persons believed the two were in love with each other. And this, I think, was because she took what everyone though as sufficient proof thet the man concerned was worthy of her love; and it almost seemed that what was common opinion served to bring from her lover messages that were truer and more credible than his own letters or words, or any go-between, could have communicated.
Thus if something is generally known and talked about, far from doing harm this may prove advantageous.” Baldassare Castiglione ,The Book of the Courtier (1528)
“Sharing Masterworks of art, Much Ado About Nothing” October 2007.
Or in other literatures
Narrativa popular de la Edad Media. Edición de Nieves Baranda y Víctor Infantes. Madrid: Akal, 1995, p. 86:
Era tanta su belleza y su gentileza y gracia, que no se hallava en todo el imperio otra tal. Y como el dicho micer Persio oyesse la bondad y gentileza y virtud de aquesta doncella, él la amó tanto en su coraçón y en su voluntad, que deliberó de ir a la ciudad de Milán por ver aquella de quien él era enamorado por oídas.
Romancero. Edición de Julio Rodríguez Puértolas. Madrid: Akal, 1992, p. 132:
… enamoróse de Montesinos
de oídas, que no de vista.
Julio Cejador y Frauca (ed.): La verdadera poesía castellana. Floresta de la antigua lírica popular. Madrid: Tipografía de la «Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos», 1921-1930, vol. II, p. 118:
Si sólo de oír tu gala
mi corazón por ti muere,
¿qué hará, dime, zagala,
si algún tiempo te viere?
Robert Burton: Anatomía de la melancolía. Madrid: Alianza, 2006, pp. 369-370:
Pues hay gentes tan proclives, crédulas y enamoradizas que, si oyen hablar de un hombre o una mujer aparentes, se enamoran antes de verlos, y ello meramente por lo que se les cuenta, como observa Aquiles Tacio. «Es tal su intemperancia y lujuria, que se ven impelidos por lo que oyen como si lo estuvieran viendo». «Calístenes, un caballero joven y rico de Bizancio, ciudad de Tracia, al oír hablar de la bella hija de Leucipo Sóstrato, se enamoró profundamente de ella y, espoleado por su fama y por los rumores de la gente, sintió la necesidad de hacerla su esposa». Y, en ocasiones, algunos se ven extremadamente conmovidos con la lectura, como confiesa un personaje de Luciano: «Nunca he podido leer el pasaje de Jenofonte relativo a Pantea sin sentirme tan conmovido como si me encontrara en su presencia». Tales personas normalmente se fabrican un tipo de belleza a su medida, como hicieron las tres damas de las que Baltasar de Castiglione cuenta [en El cortesano. Edición de Mario Pozzi. Madrid: Cátedra, 2003, pp. 255-256] que se enamoraron de un joven al que nunca habían visto, mas del que habían oído hablar muy bien. Y lo mismo puede ocurrir al oír leer una carta; pues de la escucha nace cierta gracia, como nos explica un filósofo moral, «así como de la contemplación; y también la fantasía puede recibir las especies del amor sólo del relato». «Al igual que el deseo se origina de la vista, así la voluntad nace del oído»: los dos sentidos nos afectan por igual. «A veces amamos incluso a quienes están ausentes», dice Filóstrato, y pone el ejemplo de su amigo Atenodoro, que amaba a una doncella de Corinto sin haberla visto nunca: «no la ve con los ojos, sino con el espíritu».
Algo parecido le ocurre a la protagonista de «Las fortunas de Diana» de Lope: «oyendo tantas alabanzas de Celio, sintió una alteración súbita que blandamente le desmayaba el corazón y le esforzaba la voluntad» [Novelas a Marcia Leonarda. Edición de Marco Presotto. Madrid: Castalia, 2007, p. 50]; también en La Circe nos dice Lope, a propósito de Andrómeda, que «Júpiter […] por los oídos comenzó a querella» [Obras poéticas. Edición de José Manuel Blecua. Barcelona: Planeta, 1983, p. 727]. Véase asimismo La verdadera poesía castellana…, vol. II, p. 378; Domingo Ynduráin: «Enamorarse de oídas», Serta Philologica F. Lázaro Carreter. Madrid: Cátedra, 1983, vol. II, pp. 489-603; Guillén de Castro: Obras completas. Madrid: Biblioteca Castro, 1997, vol. I, p. 169; Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha. Edición de Francisco Rico. Madrid: R.A.E., 2004, p. 611; Geoffrey Chaucer: Cuentos de Canterbury. Madrid: Gredos, 2004, p. 174; Giovanni Boccaccio: El Decamerón. Madrid: Alianza, 2007, pp. 71 y 625-626, pero, sobre todo, 385ss.; Ibn Hazm de Córdoba: El collar de la paloma. Madrid: Alianza, 2007, pp. 125-127; y, desde la perspectiva económico-degradante del siglo XVII, Tirso de Molina: Don Gil de las calzas verdes. Edición de Alonso Zamora Vicente. Madrid: Castalia, 1990, p. 181.
http://edaddeoro.blogspot.com/2007/08/enamorarse-de-odas.html
Ahora bien, si esta manera de llegar a la amada se convierte en un tópico de la literatura, no es menos cierto que la elección de un amor ex auditu frente a un amor de visu pone en tensión desde el comienzo de la novela un eje que atravesará todo esta obra cervantina y que, como sostiene Joan Ramón Resina, “define los personajes”. Nos referimos a las problemáticas que presentan la oralidad y a la escritura.
A la vez la tensión entre dos sistemas de amar queda explícita en el capítulo IV cuando los mercaderes toledanos, ante el requerimiento de don Quijote acerca de confesar la hermosura de su dama le dicen: “Señor caballero, nosotros no conocemos quién sea esa buena señora que decís; mostrádnosla…” (pág. 49). A esto responde don Quijote: “Si os la mostrara (…) ¿Qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender….” (pág. 50)
En el primer relato que presenta la novela encontramos, entonces:
Primero, un mediador, productor del discurso oral, que resulta insuficiente para dar cuenta de aquello mismo que el discurso propone y que puesto que la oralidad es inasible, efímera e incorpórea, necesita de un cuerpo que articule el discurso.
Click here to look at the strategies of Loving by hearing